Es interesante la pregunta de una lectora, psicomotricista, sobre el papel del cuerpo en el tratamiento psicológico.
Para el psicoanálisis el cuerpo tiene que ver con lo real. Este concepto, distinto del de "realidad" implica lo no simbolizado, lo que queda por fuera de lo elaborable. Esta dimensión es fundamental para entender lo que es el goce (distinto del placer y más cerca de lo que llamamos "sufrimiento") y la compulsión a la repetición, es decir; aquello que nos hace mal pero que no podemos evitar, esas escenas en las que siempre nos vemos envueltos y no sabemos por qué. Desde esta perspectiva el fin del análisis sería la transformación del goce en placer, a través de la asunción del deseo por parte del paciente y su renuncia al goce.
Por el contrario, una de las formas extremas del goce sería la enfermedad "física" donde nada ha logrado simbolizarse, simplemente hay una carga de libido que circula libremente y lleva a la enfermedad.
Podríamos pensar que una actividad como la de nuestra amiga puede ayudar a construir una imágen corporal, una representación que pueda mediar con el puro goce.
El cuerpo en psicología y en psicoanálisis representa una dimensión fundamental que, pasada por alto, puede hacer del tratamiento una práctica obsesivizante, un ejercicio puramente intelectual que, en lugar de apuntar a la cura, refuerce la enfermedad o favorezca una nueva forma de patología.